tan hermosa.

Ayer Elen me dejó unas afirmaciones hechas por esta pequeña que me resultaron muy graciosas.
Pero sobre todo me recordaron, como todos sus increíbles comentarios, la importancia de diferenciar lo grave de lo que no lo es. Y de recordar SIEMPRE que junto con lo malo hay que enumerar todo lo bueno.

Finalmente al papá de Pablo lo tuvieron que operar, medio de urgencia. Corría riesgo de vida. Yo estaba en la oficina -mi cuerpo estaba sentado frente a mi escritorio- pero mi cabeza y mi corazón estaban allá. No podía más de la inquietud. Se me saltaban las lágrimas. Hasta que decidí agarrar mis cosas -compu incluida- y salir para allá en un taxi. Necesitaba estar al lado de Pablo en un momento difícil, en una de esas esperas inciertas. Inciertas en su longitud, inciertas en sus resultados.
Después de un par de horas, cuando bajé con dos cafés, con las dos manos me hizo el gesto de que todo había salido bien.
Claro, y ahí viene esto que decía al principio: qué era mi dolor de cabeza al lado de ese alivio? Qué era llegar y enfrentarme a un pequeño caos hogareño? Nada. Todo se había disipado.

Cuando cerré la puerta de mi casa detrás d emí, y encontré a sendas mascotas mirándome y pidiendo mimos; cuando vi que mi hogar estaba ahí en pie, cálido y al reparo de la lluvia, sentí el alma volverme al cuerpo.
Sobre el fondo de lo realmente grave, preocupante, mi realidad se recortaba nítida y luminosa.
Diferencié lo importante y trascendental de lo transitorio y reversible.
Entonces me di una ducha, con Rodolfo pispeándome en dos patas. Me puse un pijama limpio, les di muchos mimos y los tres esperamos que llegara Pablo rendido después de un día agotador. Nos tomamos un vino, comimos algo y me dormí en su regazo, con la increíble sensación -tan diamtralmente opuesta a la del comienzo del día- de que estaba todo bien.



Sos tan hermosa.. no lo podés ver?