viernes, 17 de enero de 2014

será amada.

She will be loved accoustic - PLAY

Mis ganas de cantar, bailar, disfrutar...vivir se chocan contra una pared. Ocurre cada noche.
De madrugada me despierto y siento que está todo bien. Hasta que recuerdo que no y puteo un poco para adentro.
Los amaneceres son más amables, con Tomás, la manguera, los vasitos de colores, las figuras de encastre, las plantas, el mate, la música. 
Después me baño y me visto como más me gusta, me maquillo, me perfumo. Salgo. Pongo el iPod, sonrío. Trabajo. Leo y escribo. Como. Charlo y hasta ensayo pasitos de baile donde nadie me ve.
El encuentro con Tomás a la vuelta me arranca una de las últimas sonrisas del día.
Y entonces, vuelta a tropezar con la pared, dura, áspera, infranqueable.
Me entrego a la cama como quien se escurre por un pasillito secreto, donde nadie la pueda encontrar.
Y la pared cada día más alta.
No me le animo.
No sé si tengo fuerzas ni ganas de treparla.
O destrozarla.

viernes, 10 de enero de 2014

amanda, el crowdsurfing y ustedes

Estoy emocionada. Hace algunos días alguien me escuchó -evidentemente en forma muy atenta- hablar sobre Sosloqueamás y decidió hacerme llegar este video. Dura 13 minutos.
Tenés 13 minutos?
Dale, es enerooooo...
Dale Play.



Mientras lo veía pensé mucho en ustedes. Oía a esta artista hablar sobre el poder del pedir, del mirarse, del conectarse unos con otros y no podía dejar de pensar en lo que pasa en este blog. En ese Shinbei que Pao trajo desde Japón para que Tomi estrene este verano, en el enterito de patitos que llegó desde Ontario de una tal Miki, en la japonesita a crochet que me hizo llegar Vanis, en los dibujos que regala Seel, en los mamarrachos de Caro Barona, en el container de chiches de China Jr... En las palabras cálidas de Lu BBren y Geo..... En el post más visitado de la historia del blog: "¿Qué cuna compro?" Jajjaja. En cada palabra de aliento cuando estuve tan triste, tantas veces. En el mail que llegó de Georgi ayer y que tuve que leer cinco veces hasta poder contestarle; en la generosa Vero, que trajo tantas lectoras por estos pagos y que nombra a Sosloqueamás cada vez que puede; en la lectora que retomó la carrera inspirada por mi post "Un papelito"; en Josefina C.O. que me consiguió la niñera perfecta; en Ceci que se animó a escribir para contarme que iba a tener la entrevista en el diario de sus sueños; en la lluvia de comentarios cuando nació mi hijo... en la aceptación, comprensión, transparencia y profunda bondad con que me leen y me escriben, y me cuentan sus cosas... .

"Creo que cuando nos vemos los unos a los otros, realmente queremos ayudarnos", dice Amanda Palmer.

Y eso es lo que pasa acá.

Crowd surfing es tirarse ciegamente sobre un montón de personas confiando en que te van a atajar.

Insisto en que debería inventarse una palabra más grande que Gracias. Así se las doy ustedes por recibirme siempre con los brazos abiertos.

Buen fin de semana muchachada.

Las quiero,

c.

lunes, 6 de enero de 2014

cosas que te pasan.

Están las cosas que te ensanchan la vida, las que te amargan la vida y las que simplemente te pasan.
Siempre fui de las que creen que el mundo gira porque una lo sopla. Lo que tenés, lo ganaste. Lo que no tenés, es porque no lo conseguiste. Lo que perdiste, lo dejaste ir, y lo que encontrás.. bueno, seguramente lo buscaste. Del destino, del azar, de lo impredecible e incontrolable quise saber poco y nada.

Mi editora Lili, astróloga y la mejor jefa que tuve, decía siempre "Desde que no decidís cuándo ni cómo pasan los principales eventos de tu vida, como nacer y morir, está claro que no decidimos nada".

Yo la miraba, sentada en mi escritorio, con mis 27 años, e intentaba entender a qué se refería.

Hoy ya sé que hay cosas que te pasan o te dejan de pasar a pesar de vos.
Como me pasó Tomi, por ejemplo.

Podés hacer análisis posteriores. Y seguramente encuentres montones de explicaciones súper plausibles: búsquedas no concientes, intenciones amordazadas, historias que se entretejieron  justo a tiempo, cuestiones de espacio, tiempo y circunstancias...

Pero ese es el diario de mañana. Y vos vivís en un hoy. Tu diario se escribe en presente. Y lo que ocurra en ese presente -gracias al cielo- no siempre fue fruto de una decisión.

Porque todavía hay algo que se llama misterio.

Qué cosas te pasaron?

martes, 31 de diciembre de 2013

ensanchar la vida.

Say What You Need To Say - John Mayer by John Mayer on Grooveshark

Creo que 2013 para mí terminó con el cumple de Tomás. Ese fue EL año. El que empezó la noche del 17 de diciembre, con esos 3 kilos 100 saliendo de adentro mío y terminó un martes de calor sin luz con un niñito sonriente aplaudiendo frente a su torta.

La vida hoy tiene una nueva dimensión que muchas veces intenté toscamente describir por acá. Tampoco es que tenga mucho sentido hacerlo, porque cada experiencia es irreproducible, por sus particularidades y por el modo en que a cada uno le llega. Pero de seguro, y retomando un tema recurrente de los primeros meses de este blog, un hijo te ensancha la vida a límites impensables.

Ensanchar la vida es salirse de la rutina, es hacer cosas que te pongan en otro lugar, es mirar desde un ángulo distinto... vivir varias vidas posibles en una. Una obsesión que siempre tuve. Es, ante todo, una idea que le robé a Rosario Bléfari. Ella decía que bailar con un desconocido te ensancha la vida. Chatear con alguien muy cercano. Hablar en otro idioma.. y no me acuerdo qué otras cosas.

Yo no sé si RB es mamá. Pero a mí desde que nació Tomás se me ensanchó la vida,

Es paradójico que diga esto, cuando todo por momentos costó tanto. Cuando la libertad se redujo; el descanso se achicó al mínimo; el boludeo languideció; la sensación de liviandad casi desapareció.

A cambio de las levantadas a mediodía, las pedaleadas, las tardes de pileta, las maratones de series, las cenas en restaurantes, las compras, los viajes y todo hedonismo de pareja, vinieron las noches en vela, la irritabilidad del no dormir, las frustraciones, el surco del trabajo a casa y viceversa; la responsabilidad al cubo...

Y sin embargo, sí, Tomás me ensanchó la vida. Ahora soy una mujer más completa. La vida es más rica, compleja. La existencia hoy es una cosa seria.

El tiempo, como decía hace poquito. No fue con la mayoría de edad, ni con el casamiento, ni con los 30 que entendí de qué se trata el tiempo. Fue con la maternidad. Ahora sé de qué va el tiempo. Sería incapaz de ponerlo en palabras, pero lo sé adentro. Ahora sé de qué materia está hecho y cuánto vale. Sé que es irreversible y que no tiene sustituto.

Un año, ponele, es la vida de una persona, la que más amo en este mundo.

Ahora también sé qué es la incondicionalidad del amor. Una vez lloré mucho cuando descubrí de qué modo condicionado había recibido el amor de mis papás. Por no decir que su amor de a momentos no fue incondicional. Entonces, está Tomás frente a mí, o en mis brazos, y pesa, y estoy cansada, y me quiero mucho a mí misma, y pienso en lo que necesito o querría, y él me mira, o se ríe, o simplemente se duerme a upa, y ya no quedan pensamientos. Sólo lo que siento, que es desmesurado y no se parece a nada anterior. Y mi cuerpo, mi cabeza, mi corazón, mi ser, pertenecen sin más y por primera vez a otro ser sin que haya un YO que se lleve algún crédito.

A esto agregale una mujer que -con costos bastante altos por momentos- se animó a decir. Ahora digo. A veces mucho, a veces inoportunamente, a veces reactiva, a veces enojada, a veces triste, a veces demasiado entusiasta. Pero nada de lo que digo me genera arrepentimiento.

Porque ahora digo. Y para alguien que tenía tanto para decir pero sólo uno o dos interlocutores esto es todo.

¿Y saben qué? Quien me oiga sabrá o no escuchar, pero tendrá que saber que lo que yo tengo para decir -eso, ni más ni menos- soy yo.

Así que ahí va, salió casi sin querer, mi deseo 2014: que ensanchen sus vidas de éstos u otros modos.

Esta noche, cuando agarre a Tomi y bailemos como dos sacados (un día tendría que subirles un video) me voy a acordar de cada post de este año, de sus comentarios, de las sonrisas, carcajadas y lágrimas que le arrancaron a esta desconocida que escribe por acá

Nada de demagogia: les prometo que voy a pensar a ustedes. Pero ustedes prueben a encontrar  cuáles son las cosas que ensanchan su vida. A veces ensancharse es simplemente ser una misma.

Y después, cuenten, que es la mejor parte.

Feliz año muchachada.

Listo, ya me largué a llorar.

c.

viernes, 20 de diciembre de 2013

sentimental.

El otro día alguien me decía que no cree mucho lo del blog. ("¿Vas viendo poesía por la vida?")

Como si las palabras por acá me las dictara algún ser extraño. Pero soy yo. Y bien saben que en sosloqueamás muchos posts estuvieron lejos de ser poéticos.

Lo seguro es que acá mis aspectos sentí y mental se encuentran como en ningún otro lado.

Puedo ser.

Quería decirles estos porque se avecinan días de fiestas y de viajes, y no sé cuánto podré escribir.
Y entonces, como nunca, y cerrando el año más intenso  de mi vida sin ningún tipo de duda,  quería darles las gracias a todas esas almas que leen, disfrutan, lloran, se ríen, disienten y comentan mis ocurrencias.

Gracias, porque dejan a esta sentimental que se muestre como es. Con sus contradicciones, su - a veces excesiva- sensibilidad y su -también por momentos excesivo- análisis de todo... 
Porque saben leer entre líneas cosas que a veces ni yo sabía que estaba diciendo.

Y porque entienden que cada texto es una pregunta, se contentan con abrirla conmigo y hasta muchas veces me ayudan a encontrar las respuestas.

Sosloqueamás está por cumplir 7 años, y los 1000 posts.
Me gustaría encontrar al pie de esta entrada algunas ideas para celebrar semejante evento.

Gracias,
Amor,
Siempre.

c.

jueves, 19 de diciembre de 2013

laura.

Lo que me acuerdo de las primeras veces es ese olor a lo de mi abuela. Que después con los años se fue o yo dejé de sentir. Laura me decía que era algo del trigo que procesaban cerca de ahí. No sé. Para mí era olor a lo de mi abuela. La conocí en pleno verano de 2008. No me sentía bien. Fui a visitarla casi en tándem con un homéopata. Me encontré con su metro ochenta, su pelo largo hasta la cintura, su sonrisa, sus vestidos combinados siempre con sus aros y un un par de zapatos distintos, con la condescendencia que necesitaba para mí después de años de castigarme, exigirme, enojarme sólo conmigo misma y angustiarme. Laura me dijo que así como era estaba bien. Que no hay nada mal o bien en el sentir. El sentir simplemente es. Desde el primer día captó que mi amor por Pablo era profundo, que tenía que ser y que yo quería que fuera. 
Laura recibió a un proyecto de adulta sobreadaptada, que durante muchos años había transformado en migrañas y llanto sus dolores internos. Que no quería huir de lo difícil, de lo adverso, sino por el contrario enfrentarlo, para llevarlo consigo o soltarlo. Ella supo ver eso, y se  lo agradezco tanto. Porque ahí donde alguien te podía decir "Salí de ahí" o "renunciá", ella veía mi necesidad de encontrarle la vuelta a las cosas. De superarlas para capitalizarlas y seguir, más fuerte, con una nueva experiencia en mi valijita.
Sí, ella afiló mi tenacidad.
Así fue que el patito feo que llegó desahuciado y muerto de calor una tarde de enero, meses después eligió dónde quería trabajar, consiguió ese trabajo y dijo "chau" con la frente alta y una sonrisa a ese empleo que por mucho tiempo la había hecho infeliz.
Semana tras semana, sentada frente a mí, me obligó a embarrarme las botas. Y en ese lugar donde sí, quería salir corriendo para no ver, para que no doliera, me sostenía con dulzura y firmeza, me hacía quedarme, ocuparme. Mierda que me hizo transpirar en más de una sesión, aunque siempre con la delicadeza de no soltarme hasta verme sonreír.
Salvo alguna excepción cada vez que llegué triste, angustiada o preocupada, me fui contenta. Con ganas de comerme el mundo. Viéndolo todo más bello. Derecho a la florería, a la tienda de ropa, o a comprar algo rico para la cena. O todas esas.
Cuando llegué vivía sola con Kathy. Ella me vio mudarme con Pablo, recibirme, cambiar de trabajo, escuchó las peripecias de la convivencia, nos recibió juntos; decoró el consultorio con los regalos que le traía de nuestros viajes; vio mi anillo al regreso de Nueva York; acompañó los preparativos para nuestro casamiento... Y a los pocos meses, cuando yo aún creía que la maternidad era para otras mujeres, o para un versión futura mía, aguda como siempre, me interrumpió para decirme:  "Ceci, estás hablando de tu propio deseo de ser mamá". Me hizo poner colorada. Y sí, un año después le contaba que esperábamos un hijo y lloramos juntas de emoción.
Siete meses después trajo toda su luz de visita a la clínica.
Nunca tuvo problema en cruzarse a mi sillón y abrazarme, o tomarme la mano con su dulzura. Tampoco en elogiarme alguna pilcha o zapato. Nada nunca interfirió en nuestra relación analista- paciente. Incluso desde que nació Tomás tuvo la amorosa idea de atenderme en Oriente, un barcito cerca de casa. Ella dice que tiene que ir para ahí los jueves a esa hora. Yo le concedo el beneficio de la duda, porque si algo supe con Laura es que su dar es verdadero, genuino, sincero hasta las últimas consecuencias.
Nada que pueda decir acá, después de 6 años, puede ser fiel a lo que fue, y es ella. Ni a nuestra relación. Ni a todo el crecimiento que acompañó.
Laura es más que una analista. Es esa generosidad, pero también la calma, la comprensión en la mirada, la sagacidad, una sensibilidad infinita, un sentido del humor único. Es ese teléfono abierto a toda hora.
Hoy, sentadas una frente a la otra, con dos cafés con leche en el medio, yo era una mujer de casi 33 años, madre de un hijo de un año, con casa propia, familia, un gran empleo. Pero cuando me recordó que nos despedíamos hasta dentro de 4 meses no pude evitar largarme a llorar como una chiquita desconsolada.
- Es más que este espacio- le dije- te voy a extrañar, Lau.
- Y yo a vos- me dijo ella.

Y nos abrazamos mucho. Y se fue, zarandeando ese hermoso pelo. Y yo seguí llorando un rato más.

martes, 17 de diciembre de 2013

tomás y el tiempo.

Ahora sé que la vida se va a medir así. Desaparecieron mi cumpleaños, fin de año u otros aniversarios. En adelante, la medida del tiempo será en años Tomi.


Y no sólo esta noción del tiempo es la que alteró mi pequeñito.
Ahora el tiempo todo se vive diferente.
Ahora, así como una noche se divide en porciones, un año se mide en períodos (los 3, los 6, el octavo mes, el año...).
Ahora los días se ven desde bien abajo.
Ahora una hora con 11 kilos a upa parece dos.
Ahora los 30 minutos de su siesta te pueden alcanzar para ordenar, cambiarte de ropa, hacerte unos mates, chequear mails y Facebook y hasta hacerte las uñas.
Ahora 15 minutos de pile, Gilda y baile pueden ser la felicidad eternizada en un instante..
Ahora 3 minutos con llanto de fondo son el tiempo suficiente para preparar su comida y enfriarla.

Esta mañana lo miraba a Tomás y supe algo: que este día, en que mi primer hijo cumple su primer año, no se va a repetir jamás.
Ya sé que esto aplica a todos los días, pero lo supe hoy.
Sólo gracias a él pude entender eso de que el tiempo es uno, indetenible y unidireccional.