12.

Vic, cuando llegué a BUenos Aires vos todavía no eras ni un proyecto de persona. Hoy cumplís 12. Dice la abuela Nora que desde que te vi por última vez, justito antes de fin de año, creciste mucho. Es posible eso?

Esa noche, cuando pasamos a visitarte con el tío Pablo, estabas radiante, con un vestidito blanco y azul, una vincha, los cachetitos rosados y los ojos brillantes. Me contaste que el chico que te vendió el vestido te había entonado el Ai se eu ti pego en frente de toda la playa. Yo te miraba como con adicción, porque de repente sentí que la nena estaba quedando un pasito atrás, y en cambio ahora estaba esta pequeña mujercita.
De repente tenés una mirada más clara, más sabia, más comprensiva. Cuando abrís esos ojos enormes azules, yo me derrito, y como sabés, no puedo parar de abrazarte, y decirte lo linda que sos, y lo mucho que te quiero.
Es que desde que llegaste, para mí el mundo es simplemente mejor.

Desde que vos existís, me corren escalofríos cuando las noticias hablan de nenes maltratados. Será por eso que de vez en cuando cierro los ojos, sonrío, y agradezco al universo que vos y Juli estén bien.

Que sean sanos y felices: no hay nada, NADA, que se pueda comparar con eso.

El otro día en la playa, mientras caminábamos y jugábamos a saltar de piedra en piedra, y repasábamos nuestras palabras preferidas, te recordé cuando eras una pitufa, que apenas pasaba mi rodilla, y parloteaba historias inverosímiles. ¡Todavía no puedo creer que ahora me llegues a la frente!

Siempre cuento esa anécdota, cuando volvíamos de la heladería y me dijiste:

Apurate tía, que me se chórrea el helado.

Me regalaste muchos momentos de felicidad, como la noche que te quedaste a dormir en casa, y ya limpitas y calentitas nos metimos en la cama a contarnos secretos, y te encariñaste con el muñeco plateado, y lo bautizaste "Señor Botones".

Como verte sentada en primera fila, cuando entré del brazo del tío a nuestra ceremonia de casamiento, con tu vestidito blanco y tu moño azul. Fue una de las mejores cosas que me pasaron en la vida. ¿Te acordás que fui a abrazarte?

Y cada uno de tus "te quiero mucho tía", o un "grasias, yo también", en la pantalla de mi celular. Cuando recibo un mensajito tuyo los ojos se me llenan de alegría, y me doy cuenta de que es muy, muy cierto: la felicidad está en las cosas más simples.

Hace falta que agregue que estoy orgullosa de vos?
Y que desde que viniste al mundo entiendo eso de "la luz de mis ojos"?

Te quiero mucho Vic,

¡Feliz cumpleaños!