miércoles, 16 de octubre de 2013

yo querer escribir.

Quiero escribir. Eso quiero.

Y eso, que parece una afirmación, es un cajón lleno de preguntas.

La pregunta que me hago a menudo es ¿Quién querría publicar lo que yo tengo para decir? No es literatura. No son crónicas  periodísticas. No son relatos de viajes. Son... son tan solo reflexiones de una anónima sobre fragmentos de su propia vida. Y si nadie me publica ¿Escribiría igual? Hay mucho de ego en escribir. Y una necesidad de feedback que el Word de tu compu no abastece.

Periódicamente despunto la escritura en posts que concentran datos de mi realidad, pensamientos y sentimientos alrededor de ellos. Lo hago gratis, como descarga, como eso que se hace sin esfuerzo, sin trabajo de preparación, corrección o edición... porque fluye como fluye lo que responde a nuestra vocación. Como contraparte, la muchachada -ustedes- que completan el sentido. Siempre.

Pero cada vez que me voy de vacaciones, o me relajo por un par de días el impulso vuelve a sorprenderme:

"Tengo que escribir!"
¿Qué hago que no estoy escribiendo?!

Lo que me alerta sobre una realidad: Sosloqueamás no me alcanza. Es evidente. Tengo que escribir de un modo más cotidiano, menos coartado por horarios y no censurado por las condiciones de un blog que, -aunque jamás haya promocionado- es en última instancia accesible a cualquiera.

Pero Qué? Cómo? Cuándo?

Dicen que cuando uno o una quiere hacer algo lo hace contra cualquier adversidad Así sabemos de bohemios sin nada que comer,  alimentándose de su escritura, su pintura, o su música. Yo sé de eso, porque cuando escribo de verdad, el mundo alrededor desaparece. Yo misma me pierdo. Me concentro tanto que me olvido de comer, de beber, de ir al baño. Pongo todo mi cuerpo y mi cabeza, mi corazón -mi ser- ahí.

Pero a cualquier precio no, porque ¿Cómo sostener una práctica así sin descuidar otros aspectos?

Pienso en todas esas entrevistadas de Eñe, con aspecto apesadumbrado, que viven retiradas, con sus gatos negros, y me pregunto:

¿Habrá escritoras  que se ganen la vida escribiendo  para una ONG y además sean buenas madres?
Se puede disfrutar el sol de un sábado con tu hijo y hacer coincidir su siesta con tus ganas de escribir?
¿Podés ser escritora y coqueta? ¿O tenés que ser de esas torturadas carapálidas introspectivas?
Podés ser escritora y además querer cuidar tus plantas, escuchar un disco, cocinar, ver una serie, leer la última edición de... la Ohlalaaaá?

Siento que no encajo en el rubro escritora. Y sin embargo, desde que soy chica lo decidí. ¿Qué querés ser?,  me preguntaban. Y yo decía "escritora". Y lo único que sostuve firmemente a través de los últimos 24 años es el escribir. Ciudad, colegio, casa, aspecto, situación sentimental.. .desde que era una nena de 8 años todo cambió, excepto el hábito de escribir. Porque esto que ustedes ven en blog antes tuvo forma de hoja oficio escrita a máquina, de diario íntimo, de agenda, de hojas robadas al cuaderno de la facu, de papeles sueltos...

Por todo esto a veces pienso que Sosloqueamás es un arma de doble filo. Es a la vez lo mejor y lo peor que me puede pasar. Este espacio hace que sacie en pequeñas dosis mi sed de escribir, y a la vez que nunca pueda calmarla del todo.

Ojo, no estoy diciendo que lo voy a dejar.

Es que quiero escribir, y estoy enviando señales de humo (o de letras de blogspot) para que alguien en el mundo se apiade de mí y me diga "Pero sí, Ceci, se puede", y me muestre cómo.

Ay muchachada.

viernes, 11 de octubre de 2013

de qué va todo esto de Camila y Hernán.

Sin proponérmelo en forma explícita siempre dejé los temas de trabajo fuera de este espacio. Pero hoy, una vez más, Alma Singer, y su cerebro y corazón Vero Mariani, me sacudieron un poco las pelusas. Lo dijo y lo hizo: con su ya conocida generosidad, dedicó espacio en su blog a difundir esto que estoy haciendo. Esto que me tiene así de tomada hace semanas y amaga con hacerlo por unas cuántas más. Entonces ¿Cómo no contarles yo de qué se trata?


Mi primer contacto con Camila Speziale fue por teléfono. Quizá la había cruzado por la oficina pero no había reparado particularmente en ella. Volvía de San Juan, de colgarse durante horas en el Centro Cívico de la ciudad con sus 21 años y un arnés para reclamarle al gobernador que pusiera fin a la minería en la Reserva San Guillermo. Yo necesitaba su testimonio para el blog. Una de mis funciones en Greenpeace Argentina es postear. Enseguida descubrí detrás de su voz un alma sensible, capaz de trasmitirme un montón de sentimientos con pocas palabras.

La siguiente vez que la crucé se había rapado a un costado como Pablo dice que me quedaría bien. Me saludó con ojitos soñadores. Como ya otra chica se había hecho el mismo look, alguien hizo un comentario fastidioso sobre su pelo "Ah, sí, está de moda acá en la oficina". Algo por el estilo. Y me molestó, porque con una persona tan humilde y simple, no da andar hablando por atrás.

No sabía que iba a formar parte del equipo en el Ártico. Me enteré cuando ya estaba en camino.
El año pasado esta misma acción la hizo el Director de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo. Se encadenó a la misma plataforma petrolera en el Mar de Pechora, y lo disuadieron con chorros de agua helada. Difícil, imagínense. Por eso Camila y algunos compañeros iban a resistir en una cápsula metálica. La idea era  aguantar hasta las últimas consecuencias.

Enseguida nos llegó su relato de cómo resultó todo. "Nunca imaginé que me iban a apuntar con un arma", decía.. "Sin decir una palabra se llevaron a mis amigos al barco de la Guardia. Mi corazón se detuvo por ellos", decía también. Y a mí me salía la madre que ya soy, y pensaba si con sus dos décadas y piquito podría con tanto. Después -a raíz de algo que no puedo contar- entendí que Camila es muy dulce, sensible, pero mucho menos frágil de lo que creía.

De Hernán Pérez Orsi no hay mucho que pueda decir, porque no lo conozco personalmente, salvo que es marplatense como yo, tiene una nena her-mo-sa -Julia- que cumplió 1 año el mismo día que lo detuvieron, y que es tripulante del barco hace años. También sé que muchos tripulantes -concientemente o no- esperan el momento que les llegue esto. Quizá no se imaginan de qué se trata en concreto. O quizá nunca hasta ahora el castigo había sido tan duro.

Imagínense altamar. La temperatura bajo cero. La adrenalina de ir en gomón hasta una plataforma petrolera. Saber que del otro lado está todo el poder de dos de las corporaciones más grandes del mundo: Gazprom y Shell. Que te intercepte un barco, un montón de flacos gritando en ruso, con armas y cuchillos. Que menos de un día después baje un helicóptero con otro grupo de rusos, te aten, te hagan arrodillar, te apunten, te detengan, te incomuniquen.

Todo empezó el 18 de septiembre. Desde entonces Camila y sus compañeros están presos. Les dan prisión preventiva por dos meses. El fiscal los acusa de piratas. A los que piden libertad condicional se las niegan.

Todas las oficinas de Greenpeace -56 en el mundo- estamos trabajando en esto. Nada más, nada menos. Se dice que es el peor ataque que sufrió la organización desde que el Servicio Secreto de Francia -por orden de Mitterand- bombardeó y hundió el primer Rainbow Warrior con el fotógrafo Fernando Pereira a bordo.

Los chicos fueron a impedir que Gazprom concretara la primera extracción de petróleo en el Ártico, inaugurando un proceso destructivo irreversible. La cuestión es que, a raíz del derretimiento de los hielos por el calentamiento global -que acá preferimos llamar "cambio climático"- Shell y otras empresas vieron la oportunidad de sacar petróleo de ahí también. Lo que obtendrían alcanzaría para 3 años de abastecimiento.

Los riesgos son enormes, no sólo porque un derrame sería devastador e irreparable para los animales y los 4 millones de habitantes de la región, sino porque significaría seguir en la dirección de las energías sucias, las mismas que causaron ese derretimiento.  Un círculo vicioso que John Hurt explica tan bien en este video que me encanta.

El Ártico es vital porque funciona como el aire acondicionado del mundo. Por eso no puede ni mancharse de petróleo, ni derretirse más. El objetivo es que sea declarado Patrimonio de la Humanidad, como se hizo con la Antártida hace ya muchos años, también impulsado por Greenpeace.

Firmaron? Es ACÁ.

Y bueno, sí, es un momento histórico. De una. Y difícil. Los días son largos. El trabajo es casi de lunes a lunes. Pero hay que poner todo, porque es lo que toca. Y hablando de eso: cuánto estoy aprendiendo sobre aceptación. Será otro post. Hoy sólo quería contarles de primera mano de qué va todo esto de Camila, Hernán y la campaña del Ártico.

Feliz viernes muchachada!

c.

martes, 8 de octubre de 2013

mamama

Tenía que ponerla de título. Yo soy esa, al menos para mi pequeño. "Mamamma". ¿Pueden imaginarse lo que es ver y oír salir la palabra de labios de tu hijo? Muchas seguro lo experimentaron. Yo debuté ayer a la mañana, cuando me preparaba para ir al trabajo. Para él seguro no es más que un "teté", "baba" y "papapa". Pero para mí fue el mayor tesoro en una lista larguísima de cosas que vengo atesorando en tooodo este tiempo. Porque sí, hace  tanto que no escribo en sosloqueamás.

Todos a mi alrededor ya me escucharon 25 veces comentar, sino quejarme, de lo cansada que estoy, de lo arrollador que está siendo el trabajo -llevándose puesto literalmente todo a su paso- de mis contracturas. Hace un tiempo que me siento particularmente sin energía. Mi cabeza y mi corazón lo quieren todo. Pero el cuerpo no lo sigue.

Y sin embargo, de una manera curiosa, la alegría puede convivir con esta cansancio. A veces mejor, otras no tanto. Estoy pudiendo llegar al fin del día con una copa de vino, una comidita, un capítulo de House of Cards... O al viernes y entregarme a descansar  (siempre que no toque trabajar como también viene ocurriendo) y a disfrutar de mi familia, mi barrio, mi casa, mis amigas (a las que tengo casi tan postergadas como a mis chequeos médicos), un asado, un disco nuevo o un paso de baile con Tomás al ritmo de Gilda. En todo esto está Pablo como coequiper perfecto.

El sábado, los tres a bordo del Fulgor Rojo (acabo de bautizar a nuestro tutú), pusimos rumbo a San Antonio de Areco, donde nos esperaban Emilia y Franco en su Alma de Proa, un Bed & Breakfast de ensueño que aprovecho para recomendar por acá. Es mágico, con una huella de cariño en cada rincón. Sé que ustedes lo amarían. Las primeras horas transcurrieron entre mates, charlas y compras para casita con la misma tranquilidad y naturalidad con que el sol  hacía su recorrido hasta esconderse en el horizonte. Cuando eso pasó, nos  metimos en un almacén viejiiito y buena onda donde nos sirvieron una cerveza helada y una picadita.  Hasta que cayó la noche, y con ella yo. Apenas llegué a probar dos empanadas, dos tragos de vino y seguir durmiendo. El domingo desayunamos en la cama con pan y budines caseros, y emprendimos un día de sol que nunca me voy a olvidar. En especial la siesta de tres bajo un árbol y la cara de asombro de Tomás con cada bichito del zoo.

Les dejo algunas fotos!

Alma de Proa, un encanto.

Caballito blanco, suerte para mí!


Los Principios
 
Mates junto al río
 
Tiempo de siesta!

Gracias a Mili y Franco por la hospitalidad y a mi amor, por ser autor intelectual de este paréntesis.
Gracias a Totó por ese mamama que todavía oigo.
Gracias a ustedes por la paciencia, las palabras de cariño y los hurras.

Cuéntenme qué tesoros encontraron últimamente!

c.

lunes, 23 de septiembre de 2013

yo ya sabía.

Amo los atardeceres en la costa
y la renovación de la mañana
Amo la línea del horizonte
tan intrigante de día
tan indescifrable en la noche
Amo escuchar música en el coche
y ver a una gaviota volar
muy cerquita del mar
Amo poder escribir,
amo poder decidir.
Amo la incertidumbre del mañana
que es la que alimenta mis ganas
de vivir siempre un día más
Amo mirar por la ventana
la lluvia caer y mojar
Amo el ronroneo de mis gatos,
las calles sin asfalto
y esas otras de adoquín
que me recuerdan días que viví
con mi abuela en Belgrano
Amo oír a un bebé parlotear
y a los buenos ancianos,
y a los adultos que encontraron
la plenitud a través de los años
Amo las noches con cielo despejado
y el viento que anuncia el chaparrón
Amo que el sentimiento
aún supere a la razón
Amo los ratos de soledad
y los libros que me hacen pensar
Amo la pizza, la paella y las albóndigas de mamá.
Amo poder rezar,
poder llorar y gritar
Amo percibir la modorra
y dejarla avanzar
Amo los viajes
y la alegría de regresar
Amo el dulce de frambuesas
y las golosinas en general.
Amo haber encontrado un poema
que inspiró este otro poema
y que las palabras no sean suficientes
para expresar todo lo que amo de verdad
Amo mi habitación y mis cosas
y a todas las personas maravillosas
que me acompañan en el camino
Amo saber que el destino
es imposible de adivinar
Amo mi colegio,
mi pasado, mi presente
haber tenido esos privilegios
y ser ahora conciente
Amo el tiempo que me queda
para amar a alguien de verdad
Amo sentirme querida
y darles cariño a los demás
Amo todo esto y mucho más
pero sobre todas las cosas
amo esta capacidad inagotable de amar.

--
Este poema lo escribí el 30 de julio de 1998. Lo escribí en mi cabeza, caminando como siempre por la zona de Playa Chica y Cabo Corrientes. De eso me acuerdo perfecto. Después se ve que lo pasé a papel y, de acuerdo con el encabezado, al año se lo regalé a mi papá.
Me emocionó haberlo encontrado. Me emocionó que mi papá lo atesorara. Pero lo que más me emocionó es que pasaron más de 15 años, y lo que dice sobre mí, mis sentimientos, mis gustos, mi forma de pensar, hoy es más preciso que una radiografía.
Esa adolescente, que tenía casi la mitad de la edad que tengo hoy, sabía mucho sobre sí misma.
Ni siquiera se había filmado el Ladrón de Orquídeas, y ya sabía por ejemplo que ante todo ella era lo que amaba.


martes, 17 de septiembre de 2013

volver a casa.

Les pasó alguna vez sentir que estaban fuera de eje, que perdían el centro? Hace dos semanas que tengo esa sensación.
Salgo de la oficina y cuando llego a casa, y me reencuentro con MI mundo, me siento un poco perdida... como mirando una peli de la que soy una actriz de reparto. Es todo una sensación, claro. Pero no por eso menos molesta.
Hacer compras? Cocinar? Escuchar mi música? Hacerme las uñas? Leer blogs? Escribir en el mío?
Cosas tan simples se vuelven lejanas.
Lo miro a Tomi y siento que pasó un mundo desde que lo dejé temprano en casa.
Todo cuanto logro hacer es dedicar la energía que me queda a estar con él, jugar juntos, bañarlo, darle de comer, cantarle para dormir... a veces con cierta ausencia que no soporto ni quiero dejar avanzar.
Gerónima y Pablo me cuentan las novedades del día y eso empeora mi sensación de enajenamiento.

A veces, con suerte, toda esta cuestión interna, ese lugar remoto desde donde los miro, se empieza a desvanecer con el correr de las horas, porque Tomás, Pablo, Rolfi, Kathy o un rato de yoga me traen de nuevo a mi lugar.

Otras -muchas- estoy con trabajo que hacer robándole tiempo al tiempo para completarlo.

Sin saber bien cómo el trabajo empezó a ocupar más casilleros de los que le corresponden, absorbiendo mucha de mi energía mental, física y -la peor cagada- emocional.

Hoy las anginitas de Tomás me hicieron reaccionar. Me pide upa, abrazos, me busca con la mirada y llora apenas me alejo...

Por ahí di muy por sentado lo bien que marcha mi tren para concentrarme demasiado en el paisaje..

Estoy intentando reconectar.
Cuéntenme qué se les ocurre para lograrlo.

c.

martes, 3 de septiembre de 2013

un papelito.


Miércoles 28 de agosto

Traiciones de la ansiedad: Ese papelito se empezó a imprimir en algún punto del futuro cuando me inscribí en la carrera en 1998; se fue haciendo más cierto cuando empecé el CBC en 1999; cuando di cada una de las 34 materias hasta el último final a mediados de 2006; y más adelante cuando entregué la tesis en febrero de 2010. Ni te cuento cuando la defendí en agosto de ese año. Me tomé un año para tramitar mi diploma, y los señores UBA se tomaron dos para elaborarlo. Desde que todo empezó pasaron más de 14 años.

Y ahora que ese punto en el futuro llegó y tengo que esperar hasta el martes para retirarlo siento que estos cinco días son mucho más de lo que puedo soportar

Martes 03 de septiembre

Hoy temprano el sol entraba por las ventanillas del 140. Desde mi asiento junto al pasillo veía a tres señoras menear la cabeza de un lado a otro. Decían que no. Una –la que se sentaba a mi lado- llevaba auriculares y sonreía. Creo que algo le causaba mucha gracia, y hay gente que hasta cuando ríe dice no. La otra –en el asiento frente a mí- miraba con insistencia el reloj, así que calculo que se le hacía tarde y necesitaba expresarlo corporalmente. La última, al otro lado del pasillo, parecía tener algún tipo de  tic. Lástima que no le dio por el .

Mi viaje tenía final abierto. Iba a retirar el “papelito”.

Ya en el edificio oscuro sobre Marcelo T. de Alvear recibí el asedio de una decena de estudiantes repartidos en distintos pisos intentando entregarme panfletos de sus agrupaciones políticas. A todos contesté lo mismo,  un poco jactanciosa: “Gracias, ya no voto”.

Una vez que averigüé dónde era el Departamento de Títulos me di cuenta de que estaba midiendo cada movimiento. Con una batería de improvisadas cábalas –cruzar los dedos, entrar con el pie derecho, no sacar el DNI hasta el último momento- intentaba controlar lo incontrolable, lo impredecible, lo azaroso… lo mucho que se puede emputecer todo cuando se trata de la UBA.

- Vine a buscar mi título- Le dije a la chica que me atendió. La misma que cuando inicié el trámite hace dos años seguramente ni se imaginaba embarazada. Mi tono de voz impávido. Hasta la emoción amordacé no fuera que desbaratara mi plan de volverme con mi diploma.

Mientras se lo decía le entregué mi DNI. Desapareció de mi vista. Fueron minutos largos, unos cuantos. En otra ventanilla una alumna con calzas animal print le contaba al empleado cómo se estaba preparando “psicológicamente” para la extracción de sangre del examen de salud obligatorio. “Mi papá es hemofílico”, le decía-. El hombre atrás del mostrador asentía. “Y yo veo una aguja y me baja la presión, pero ya te digo, me estoy mentalizando para el viernes, para no desmayarme, imaginate”.

A mi lado una egresada venía con media esperanza de encontrar su título: “Supuestamente ya tiene la firma del Ministerio”, me explicaba, “pero nunca se sabe, y como acá nadie te avisa nada…”

Mientras el suspenso de mi trámite iba en aumento, le dijeron que no, que esperara mínimo 70 días más. La chica recibió la noticia sin sorpresa, me deseó suerte y se fue.

Fue entonces cuando vi venir a la empleada hacia el mostrador con su panza, una carpeta y una cartulina blanca enrollada.

Todo mi cinismo se esfumó en un microsegundo.

Creo que sentí lo que algunos llaman “un vuelco del corazón”, que no sé bien qué quiere decir. Se ve que ella lo vio en mi mirada, en mi sonrisa.

- Pensaste que no llegaba nunca
- No lo puedo creer-balbuceé.- Me extendió un cuaderno.
- Firmá acá - Firmé.
- ¿Nada más?
- Nada más.

Salí un poco mareada rechazando volantes, desenrollando el “papelito”, leyendo “Rectorado.. .UBA… Licenciada Cecilia Alemano... 15 de febrero de 2010… “ .

Compré un tubo plástico para proteger mi diploma de egresada de la Carrera en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires. Eso que vine a buscar a esta ciudad hace más de 14 años, y que me llevó a encontrar otra variedad infinita de cosas.

Después, lagrimeando  entre sonrisas, caminé en dirección a Avenida Córdoba.

Una compañera decía el otro día que la UBA carece de poesía.

Es cierto. Pero te la deja a vos.

miércoles, 28 de agosto de 2013

cuánto amor puedas dar.

Fue ayer. Estabas sentado en tu alfombrita. Te miraba de espaldas, ejecutando tus tamborcitos, espiando entre sonrisas a Kathy y a Rolfi.

Había un bebé- niño, una cosa viviente,  de carne y de hueso, respirando y existiendo  frente a mí.

Un ser que no habría sido sin mí.


Un ser al que le di la vida, y sobre quien tengo la responsabilidad, pero sobre todo, el deseo -el impulso- de darle vida cada día.

En este punto ningún adjetivo para el amor alcanza. Es minúsculo al lado de esta realidad que comprendí ayer, en un momento epifánico entre mate y mate.

Después de pensar todo esto te dije "¿Tomás?", y te diste vuelta, y me sonreíste con la boca, los ojos - tu carita toda- y volviste a tu percusión.

Más tarde, después del baño, mientras te hacía unos masajitos en el pecho quise explicarte que ahí se alojaba nuestra capacidad de amar, pero que no se acota a ese espacio, porque en realidad no tiene límites.

Te conté que esto último lo descubrí gracias a vos y por primera vez me sentí completamente dueña de enseñarle mi verdad a alguien: lo que más importa no es cuánto te amen, importa cuánto amor puedas dar.


Supongo que te lo repetiré las veces que haga falta: no creo que dar amor tenga efectos colatareles indeseados. Sí vas a ver que a veces la predisposición a amar puede ser incomprendida. Algunas personas simplemente no la entienden. Parten de otra base, o creen ver una pose... un intento de agradar.

Pero hay otras, y son las que valen la pena, que entienden todo, y se quedan a devolverte amor. Y entonces la sinergia puede ser maravillosa.

Todo esto te decía cuando tus ojitos volvieron a sintonizar los míos. Algo estaban comprendiendo.